La historia del yacimiento de la Vega Baja en Toledo se extiende miles y miles de años atrás. En él se pueden encontrar elementos de diversos periodos de la historia, desde el mundo visigodo que trazaron una ciudad con importantes elementos decorativos junto a una gran muralla con acceso a la parta alta. “Toledo era una ciudad estratégica que adquirió gran importancia en época romana”, explicaba el arqueólogo Jorge Morín en la ponencia de la Real Fundación de Toledo titulada ‘De Egitania a la Vega Baja. Por una práctica arqueológica no invasiva’.
“No invasivo”, concepto básico en la propuesta que el equipo de Morín llevará a la Junta de Comunidades, con el fin de volver a estudiar todos los elementos que ya se conocen de la Vega Baja y poder así elaborar una nueva idea acerca del tratamiento que debe llevarse a cabo en el mismo. Existen diversas campañas de excavación y estudio de dicha zona, que se remontan incluso hasta los años 50’, que pueden servir para seguir estudiando y trabajando en la misma sin la necesidad de volver a excavar.
La idea es sencilla: evitar excavar, porque produce “destrucción” del yacimiento. “Si pensamos en el yacimiento como un libro, es uno al que teníamos que arrancarle hojas para poder leerlo. En la Vega Baja se ha excavado muchísimo y se han arrancado miles de páginas. Ahora toca leerlo”, explica Morín. Para evitar esta “destrucción” las herramientas propuestas son las que ofrecen las nuevas tecnologías, como los drones, que permitirán elaborar cartografías de los inmuebles y elaborar así diferentes cronologías.
No sólo eso. Con los estudios que ya existen acerca de la fauna, asegura el arqueólogo, se pueden sacar conclusiones importantes acerca de los hábitos alimenticios, el aprovechamiento ganadero y conocer incluso el clima, que es un punto clave al haber cambiado de manera cíclica desde los inicios de ocupación de la Vega Baja. Todo se puede obtener, afirma Morín, a través de prácticas arqueológicas que se ocupen de reinterpretar los trabajos anteriores.
Reivindicar el valor de un yacimiento de estas características
Las jornadas en la Real Fundación explicaron el proyecto llevado a cabo en la ciudad de Egitania, y contó con la subvención del Instituto del Patrimonio Cultural de España, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la misma Fundación toledana. La propuesta que extienden ahora a la Junta de Comunidades pretende obtener las ayudas regionales a investigaciones abiertas y poder acceder también a un copatrocinio de una institución privada. “Entendemos que nuestro proyecto tiene solvencia y garantía”.
Al igual que en el caso de Egitania, el equipo es multidisciplinar y está formado por profesionales como Isabel Sánchez Ramos, Jesús Carrobles, el mismo Morín, y representantes de diversas instituciones no sólo dentro de España, sino también de Reino Unido. “Es un equipo de más de 100 personas”, afirma. Se comprometen a garantizar la propiedad intelectual y también terminar con la idea de que en la Vega Baja “no hay nada”, aprovechando estudios que en algunos casos datan desde ya más de 15 años atrás.
“No se puede destruir un circo romano, el panteón de los reyes visigodos, no se puede destruir un paisaje de época medieval. Son espacios que deben conservarse y para ello necesitamos saber lo que hay”, explica Morín. Por eso, la parte fundamental de la propuesta es ofrecer “claves” a la administración para entender qué espacios deben conservarse y, de hecho, introducir en la vida toledana, citando espacios como la avenida de la Reconquista o el Campus de la Fábrica de Armas de la UCLM. ¿Autocrítica? “Los errores han sido primar el criterio economicista por encima de la conservación. En el caso de los profesionales, no hemos sabido explicar con claridad la historia del espacio, ni a la gente ni a los políticos”, concluye.