"Ayúdame a hacerlo por mí mismo". Es una de las frases más famosas de María Montessori y una de las premisas del sistema educativo que lleva por bandera el nombre de esta pedagoga italiana, que también fue la primera mujer que se graduó como doctora en Medicina en su país natal.
Se trata un tipo de educación alternativa que desde el año pasado, por primera vez de manera homologada, se oferta en un colegio de Castilla-La Mancha. Villa Antonio Montessori, situado en el municipio toledano de Burguillos, comenzó este curso 2017/18, recién finalizado, con siete alumnos y ya tiene inscritos para el siguiente, por el momento, a 22 niños.
Según explica su directora, Beatriz Aparicio, a toledodiario.es, esta escuela es "muy distinta" a la educación tradicional. "Es una escuela con libertad condicionada. Los niños eligen cuando empiezan y cuando terminan cada trabajo. Hay un profesor y un asistente que les guían por el camino adecuado y les enseñan el uso de cada material".
Por el momento, este colegio acoge a alumnos de 0 a 6 años, que están divididos en dos etapas educativas, de 0 a 3 y de 3 a 6 años (la educación Montessori establece niveles educativos cada tres años). No obstante, si continúan con este ritmo de crecimiento es previsible que en próximos cursos amplíen también la etapa educativa hasta Primaria -de 6 a 12 años-, destaca Aparicio.
La primera diferencia ya se observa en la entrada al colegio. No suena la típica sirena para que los niños se organicen en fila india para entrar al centro -unas características heredadas del modelo educativo prusiano, ligado al militarismo-. Los colegios Montessori tienen un horario de entrada flexible que, en este caso, comienza sobre las 8.45 horas.
Cuando entran en el aula, los niños son los que eligen qué aprender y qué materiales utilizar, así como el tiempo que dedicarán a ello. Eso sí, siempre con la orientación del profesor-guía y el asistente, que actúan con ellos de una manera individualizada. De esta forma, si un alumno quiere usar un material y está siendo usado por otro compañero, tendrá que esperar su turno.
En este sentido encontramos otra de las premisas metodológicas del sistema Montessori: la paciencia. "Ellos pueden gastar el tiempo que quieran en un material, pero todo tiene un principio y un fin. Cuando terminan, tienen que cambiar de actividad", precisa la directora de este centro, que también destaca el trabajo colaborativo que desempeñan entre los niños para, por ejemplo, conocer los números y hacer operaciones como sumar o restar.
Una unidad de cada material
Una de las cosas "más llamativas" para los padres que "se atreven" a llevar a sus hijos a este centro educativo es que solo hay una unidad de cada material. "Excepto lápices de escribir, que hay dos o tres, del resto de materiales tenemos una sola cosa. Por ejemplo, si queremos trabajar las fracciones y están ocupadas, tenemos que esperar a que el otro termine, aunque a veces trabajan juntos".
"Les dejamos que se equivoquen. Tampoco hay gomas de borrar, aprenden a escribir en la pizarra. Para los que hemos crecido en una escuela tradicional es más difícil acostumbrarse", resalta Aparicio, que señala que este curso -que finalizaron con la incorporación de otros cinco alumnos más a los siete iniciales- han contado con niños que habían pasado por la escuela tradicional, una situación que necesita de un proceso de adaptación y por la que no intentan imponer desde un primer momento el método Montessori "al cien por cien".
Otro de las características de este colegio es la obligatoriedad del servicio de comedor ya que, explica la pedagoga, es un momento en el que se trabaja "gracia y cortesía", así como las rutinas para alimentarse de una manera adecuada.
Todas la formación que practican en este centro está avalada por la Asociación Montessori Internacional, subraya la directora, que dice que aunque en Castilla-La Mancha es el primer centro que existe de estas características -sí hay otros centros que no están avalados por la Administración-, en otras ciudades de España, como Madrid, sí que hay colegios Montessori desde hace más años.
Los niños aprenden a decidir
Esta educación, que nació gracias a esta "genio italiana poco reconocida" tras especializarse en Pediatría y trabajar con niños que presentaban distintas discapacidades o dificultades sociales, busca que los niños decidan por sí mismos y no gracias a un aprendizaje autoritario. "Intentas también provocar y es verdad que alguna vez hay que forzar un poco el proceso educativo", subraya no obstante Aparicio, que recalca la importancia del aprendizaje artístico y musical en este centro, así como también el conocimiento del inglés.
Villa Antonio Montessori, que no cierra su cupo de inscripción para el próximo curso, tuvo que pasar por un largo trámite burocrático hasta que consiguió la homologación de la Consejería de Educación. Además, al contrario que otras instituciones educativas privadas o concertadas, no goza de "ninguna financiación pública, ni por nueva empresa ni por ser mujer...", lamenta Aparicio, que afirma que por el momento se financian solo con las cuotas que paga cada familia.
Destaca también la directora la importancia de las familias en el proceso educativo que llevan a cabo con los niños, ya que es imprescindible realizar un acompañamiento en el hogar a la manera de trabajar que se hace en el colegio Montessori.
"Al principio la gente no se fiaba y preferían esperar a ver cómo funciona", dice Beatriz sobre la visión de las familias toledanas para escolarizar a sus hijos en un colegio que este verano ofrece también campamentos urbanos y que el próximo curso contará con el triple de alumnos.
Niños que aprenderán bajo la observación y no la imposición en un sistema educativo alternativo que, con esfuerzo e ilusión, ha cumplido ya su primer curso en este pionero centro en la región.